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Energía solar aplicada a procesos
La crisis del petróleo de 1973 fue un aldabonazo en todos los países desarrollados, despilfarradores de energía. Su consecuencia fue el incremento del coste de los productos –con alto contenido energético– desequilibrando su situación económica y productiva. Para reducir la dependencia de los países productores de petróleo que fijan los precios del mercado, se planteó la búsqueda de oras formas de energía doméstica que redujeran esa debilidad que afectaba a su productividad y bienestar.
Así, se invirtieron cuantiosos recursos para desarrollar sistemas de aprovechamiento de energía solar, entro otros, para producción de energía eléctrica, el vector más cómodo, aunque más caro, de energía. En este último cuarto de siglo el desarrollo de procesos y materiales redujo el costo de la energía eléctrica de origen solar acercándose a los precios del mercado procedente de la producción de energía eléctrica a partir de combustibles fósiles.
Hoy son una habitual la imagen las «granjas solares fotovoltaicas» en los campos que flanquean carreteras y autopistas y su instalación en edificios individuales y colectivos: hoteles, hospitales, etc. Menos frecuentes, pero habituales son las centrales de energía eléctrica en un campo con colectores cilindro parabólicos o con concentradores lineales de Fresnel.
Menos frecuentes, pero más espectaculares por su mayor dimensión, son los sistemas heliostatos que concentran la radiación en una torre. En ambos casos se caliente un fluido con el que se produce vapor y, según el sistema clásico de turbina y generador, se produce electricidad.
Por último, no menos importante está el sistema de aprovechamiento de energía solar mediante placas planas, sin concentración, con las que se atienden las necesidades de agua doméstica y calentamiento de piscinas, pero también de lavandería y otras industriales.
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Alfonso J. Vázquez (Centro de Investigaciones Metalúrgicas, CENIM-CSIC)
